En aquel año, los cables se esparcieron por la ciudad, como
parásitos de plástico cubriendo el
asfalto. Entonces aparecieron en la
ciudad los Pantallas y se les concedió
una lengua. Eran grandes y bellos seres visuales, alejados de la carrera
genital de la muchedumbre.
Todo se volvió una
cuestión de ojos.